Se
trata de una modalidad de malos tratos poco habitual y difícil de diagnosticar.
Es un tipo de situación perceptible por el personal médico y por el personal de
enfermería. Debemos conocerlo para poder detectarlo.
Se
define como “aquellas situaciones en las que el padre/madre/tutor somete al
niño/a a continuos ingresos y exámenes médicos alegando síntomas físicos
patológicos ficticios, o generados de manera activa por el propio padre/madre”
(por ejemplo, mediando la inoculación de substancias al niño/a). Se provoca en el
menor síntomas físicos patológicos que requieren hospitalización o tratamiento
médico reiterado.
Consiste
en que uno de los padre, normalmente la madre, induce deliberadamente
enfermedades en su hijo/a o proporcione a los médicos información falsa acerca
de la salud del pequeño, inventando enfermedades o síntomas que no padece por
ejemplo falsificando fiebres, añadiéndole sangre a la orina, dejando de
alimentar al niño o infectar vías intravenosas.
Esto
provoca que los niños suelan ser hospitalizados muy frecuentemente por
presentar cuadros de síntomas que no encajan en ninguna enfermedad conocida. Con
frecuencia se les hace sufrir a través de exámenes, cirugías u otros procesos
molestos e innecesarios.
La madre
generalmente es muy colaboradora en el ámbito hospitalario y a menudo es muy
apreciada por el personal de enfermería por el cuidado que le prodiga a su
hijo. Con frecuencia, se la ve como una persona dedicada y abnegada, lo cual
hace menos probable que el personal médico sospeche el diagnóstico del síndrome
de Munchaüssen.
Sus visitas
frecuentes infortunadamente también le dan fácil acceso al niño para poder
inducirle más síntomas. Los cambios en la condición del niño casi nunca son
presenciados por el personal del hospital y casi siempre ocurren sólo en
presencia de la madre.
El
origen de estos malos tratos se encuentran en problemas psicológicos de la
persona adulta y los síntomas desaparecen cuando el niño deja de estar en
contacto son su familia. Además, se requiere una cierta reiteración para que el
síndrome se considere presente.
El
personal de enfermería por lo tanto ejerce un papel fundamental en la detección
de este síndrome y debemos estar alerta siempre. Algunos de los puntos que
debemos valorar para detectarlo son los siguientes:
- Los síntomas del niño no encajan en un cuadro clásico de enfermedad o no concuerdan entre sí.
- Los síntomas del niño mejoran en el hospital pero reaparecen en el hogar.
- El progenitor es "exageradamente atento" o "demasiado servicial".
- El progenitor con frecuencia está involucrado en un campo de atención médica, como la enfermería.
Por último, en caso de detectar
algún caso debemos avisar a los servicios sociales lo antes posible, para ello
debemos conocer el procedimiento adecuado que trataremos más adelante en
entradas futuras.
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